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"Solos.
Naves solas surcando un desconocido mar. Naves que se cruzan con otras también solas, que viven, aspiran y espiran en soledad. Siempre solas, hasta el final.
Choques; pretender hacer un solo barco de dos distintos, un solo destino, una sola voz. Nada al fin y al cabo; conflicto; un caos mayor. Siempre solos en definitiva.
Alguien que se empeña en poner orden a este mar, y escribe las "Leyes del creador del mar". Es un falsario en su buena voluntad; creará -sin saber- una civilización plana, sin propósito, regida o basada en tales "Leyes del creador del mar".
Luego, una generación después, se dirá que esas 'Leyes' son en el fondo voz divina, sagradas, y, que por ello, han de venerarse en un templo digno de un rey, con sacerdotes, rituales y dogmas que las ensalcen y protejan.
Solos. Barcos solos surcando el mar de la vida. Perdidos, confundidos, educados en la base de ficción de las "Leyes del creador del mar".
Solos; realmente solos, siempre solos... Hasta que un día... alguien se rebela, e intenta buscar tierra firme, suelo sólido, ideas razonables, ausencia de confusión. Ese día, en el que alguien se rebela, se le conocerá más tarde, cientos de años después, como el día de la liberación de los seres, el día en que sonrieron los Cielos y aplaudieron los dioses."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: cosasdeeducación.es)
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