"Siempre trato de entender por qué resulta tan difícil el hacer comprender a los seres humanos cosas bien necesarias y elementales. El porqué de una flor, el porqué de un árbol, el porqué de la vida... o, simplemente, la evolución de ésta en este planeta.
Estoy sentado y me quedo mirando en plena calle, en una calle concurrida, a la gente que va pasando por delante, hacia la derecha y hacia la izquierda. La veo envuelta en el cliché que contiene, con un programa de ordenador que parece regirles en lo interno. Para nada se detendrán estas personas (en su mayoría) a pensar en algo más que en lo que contiene o dicta su 'programa de ordenador'. Ni tan siquiera serán conscientes (en general) de que funcionan de tal modo, más bien automáticamente o autómatamente.
Es lo normal. Qué se puede esperar. A cada inocente niño se le introduce bien pronto en una inércica cadena de producción en la que no es necesario pensar, cuestionarse nada, solo seguir la consigna, el orden predeterminado, atendiendo a la voz del pastor o del programador que permanece en la sombra, u obedeciendo a la ignorancia generada por todo este sistema de cosas.
Soy casi un loco o un atrevido por sentarme así a un lado de la calle y ponerme a observar, a ver discurrir a tanto ser vivo que va pasando hacia un lado u hacia el otro, funcionando con convencimiento. Soy casi un loco por mirar directamente a tanta cabeza hermosa pero, en el fondo, un tanto inconsciente, como ya del todo separada de aquella otra cabeza más abierta y dispuesta a aprender del niño que un día fue, de aquel ser lleno de posibilidades y que al poco tiempo, como se ha dicho, se integró a una especie de mecanismo, de repetitivo engranaje del que solo se sale, a la postre, estirado dentro de una caja, rígido y frío y con una cabeza que ya no piensa ni siente porque perdió la capacidad para ello."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: janmoellerhansen.see.me)
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