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"Míralo, es un joven de éxito. Estudió justo cuando había que estudiar y lo que necesitaba estudiar. Sus padres estuvieron siempre ahí, en la buena medida. Casualmente, se incorporó después a una de las mejores empresas, a la de más fama.
Estaba instalado, ahora solo tocaba reafirmarse, desplegarse, actuar en consonancia, ser en ese mundo que lo acogía y lo cobijaba.
Y esto hizo el joven, funcionar en la realidad que había conocido. Estaba del todo hecho, sus circuitos neuronales ya se cerraron.
No se apercibió de una cosa: había construido su realidad en la cáscara de sí mismo, y como la cáscara era su mundo, su único mundo, en ella edificó sus proyectos, su vida, su realización, su universo.
Es una persona de éxito, sí, el individuo perfecto; todo lo sabe, pero no sabe nada más allá de la cáscara en la que vive.
Como él, muchos, muchos, muchos otros viven de esta forma. Son personas calificadas de exitosas, de plenas en esta Tierra. Solo han de pagar un precio por estar ahí, por manejarse de esa manera en la cáscara: el de permanecer desconectados de su interior, de su centro, de lo verdaderamente importante a fin de cuentas, de lo que realmente valía la pena y colmaba en el juego del existir.
Este es el precio a pagar para ser lo que esta sociedad entiende como un triunfador."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: Olivia Locher)
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