"Había un cartel escrito. Ese cartel rezaba: "Vive rápido y no pienses demasiado".
Tal cartel estaba dirigido a mi subconsciente.
Visiblemente no existía, pero el mensaje lo tenía grabado en lo más íntimo, en lo más propio de mi ser.
Actuaba cotidianamente movido por tal consigna. Repetía esquemas porque así era más fácil; optaba por el camino más manido, por el que simplemente me encontraba por delante y que, al parecer, ofrecía mayores garantías, por haber sido ya hollado por multitud de gente.
Reía en los bares, en los viajes, con los amigos, con la pareja. Funcionaba tal como se esperaba de un ser humano normal. La consigna interna latía en mí con fuerza, regía mis pasos invisiblemente.
Nunca me paré en realidad a pensar demasiado; viví rápido, sí, casi sin plantearme nada, dejándome llevar por los simples apetitos o impulsos del cuerpo y la mente; actuando, moviéndome, yendo, viniendo... Eso era la vida, la común, la aceptada, la que despertaba sonrisas en los rostros y aparentes señales de triunfo alrededor.
Nunca fui de hecho consciente de que la vida, en el fondo, realmente, consistía en liberarse lo primero de tal consigna interna: "Vive rápido y no pienses demasiado", y comenzar a vivir después de otro modo, pisando verdadero suelo, respirando verdadero aire, sintiendo en profundidad.
No, nunca fui bien consciente de que la cosa iba por este otro lado, pero qué le voy a hacer."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: elsilenciero.com)
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