No me digas que no me entiendes. Me entiendes perfectamente.
No mires a otro lado. No te evadas. Mírame a los ojos. Sin chascarrillos. Sin evasivas.
No digas que no pasa nada. Que todo está bien.
Mírame a los ojos, por favor. Dímelo a la cara.
Lo sabes muy bien. Risas, sí; pensamientos hondos, no. ¿Y eso es una relación?
Dices: "Hay que ser como Dios manda" "Ya está todo pensado" "Solo hay que reír y disfrutar... La nieve en invierno, el sol y la playa en verano, y buenos viajes, sexo y restaurantes en el camino. Y un buen trabajo..."
Lo sé. Dicen que eso es lo correcto. Que hacer eso es la felicidad. Pero, ¿sabes? cuando me miro al espejo veo a una extraña.... y me cuesta vivir con tal dicotomía, con tal separación.
No quiero tenerme miedo a mí misma. No quiero que me separe ningún tipo de abismo de mi imagen en el espejo.
Lo sé, lo sé. Dices: "No pienses en ello" "La vida es una incógnita, un misterio. Disfrutemos, no pienses..."
Dices tales cosas, pero no me consuelas. Y ¿sabes?, ya comienzo a estar un poco harta de sentirme sola en medio de toda esa aparente "Felicidad", de toda esa "Normalidad". Ya comienzo a estar un poco harta de tener miedo cuando me miro al espejo.
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: Elina Brotherus. 20minutos.es)
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