"El discípulo ha de poner al maestro siempre en cuestión; ha de considerarlo su peor enemigo y recelar de lo que diga, de lo que piense, de cómo actúe.
Solo así, se convierte en un buen discípulo. Entonces, no será la ceguera lo que lo mantenga junto al maestro, no será la candidez o la simple comodidad del no pensar, ya que el maestro lo hace por uno.
El buen maestro, por su parte, no admite a su lado discípulos zoquetes, discípulos con anteojeras, o simples débiles mentales que buscan apoyarse en algo que los lleve, que los conduzca sin pensar, cómodamente.
El buen maestro, el buen gurú, solo admitirá junto a él a un luchador por la luz, a un sediento de la luz, a un rematado enamorado de la luz.
El maestro pedirá al discípulo que afile cada día el arma del discernimiento y que se mantenga sujeto al desapego.
Porque solo con discernimiento afilado y desapego definido puede el discípulo al cabo transformarse en lo que verdad es y, por lo mismo, convertirse finalmente en maestro."
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: himalayanacademy.com)
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