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"Espanto a los fantasmas que me rodean, uno a uno, ¡plas!, ¡plas!, miedo fuera, preocupación fuera, pasado fuera, futuro fuera, cuerpo fuera... y el más persistente y ladino quizá, el embozado ego... ¡Anda, fuera! Supongo que los demás monjes -al escuchar los extraños sonidos que acompañan a mi meditación- se sorprenderán bastante y puede que digan entre ellos "Muy ruidosa su práctica"
¡Plas, plas! No paro hasta que no cejan de incordiar los fantasmas. Entonces, cuando se detienen a la postre y se marchan impotentes, es cuando comienzo a meditar, solo entonces, con la mente mansa, como desaparecida, con el ego igualmente como desaparecido o inexistente, con las preocupaciones asimismo desvanecidas en el aire.
Puede que, en esa situación, los otros monjes, quizá me oigan reír o acaso suspirar fuerte (no sucede siempre esto) y puedan pensar que soy un caso perdido y que deberán llevarme finalmente al doctor para que me imponga alguna clase de tratamiento que me restablezca en la cordura.
Mientras acaso pueda suceder esto algún día, continúo con mi práctica meditativa, cimbreando primero en el aire el brazo o la varita y anulando ese juego de fantasmas que pretende dificultar cosas serias, importantes. ¡Plas, plas!"
(Braddha Bala)
(Fuente imagen: Gregory Colbert G+)
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